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Jorge Rubiani

Hoy está en sus manos amigo lector, el último Fascículo de la Guerra de la Triple Alianza. El número 98; y aparece a casi un año del primero, entregado el 18 de Marzo del año 2001 en una fecha coincidente con la declaración de Guerra del Paraguay a la Argentina.
Dimensionar el valor de este trabajo corresponde al intransferible juicio de los lectores. Me permito adelantar -yo mismo- algunas reservas: el material pudo ser mas extenso, en virtud de la inmensa bibliografía existente y de los datos disponibles. Y con mas espacio, habría podido abarcar la penosa etapa de la pos guerra.

Lo que si quiero destacar es que a pesar de la obligación que con el diario ABC Color nos hemos impuesto: aportar a los relatos la mayor objetividad posible y la apelación a las fuentes históricas de los cuatro países involucrados en el conflicto, no he podido permanecer inmune -tal vez como otros autores que trataron el tema- a la intensa emoción que produce el contacto cercano con los hechos de esta terrible tragedia.
En muchas ocasiones, cuando "trabajaba" en la selección de los materiales y me planteaba el inevitable recuerdo a los acontecimientos de la guerra, e imaginaba las motivaciones que llevaron a sus protagonistas a asumir posturas tan extremas, a tomar tan dramáticas resoluciones, no he podido evitar el llanto.
En las tantas noches que pasé en ABC Color en este último año, en la terrible soledad que amparaban aquellos libros que me enfrentaban al sufrimiento de aquellos compatriotas, confieso que he llorado, muchas veces.
Lo hice al asumir -en alguna escasa medida- los terribles padecimientos que ellos tuvieron que afrontar en medio de tantas carencias y dificultades; al imaginarme a niños -como mis hijos y los de ustedes, de escasos 11, 12 o 14 años- blandiendo un arma para defenderse; para matar o morir en nombre de la PATRIA, entidad hoy tan extraña a nuestras emociones o sentimientos.
Con este trabajo he podido ver -también- muy de cerca, la historia de tantos jóvenes paraguayos que no llegaron a cumplir 20 años, pero que llevaron a los combates su intenso amor a la patria; y que llegaron a la muerte con la prematura veteranía que apuntalaban sus cicatrices.
He podido percibir (creo) el terrible destino de aquellos muchachos que se levantaban todas las mañanas con la posibilidad de que fuera la última; que enfrentaban cotidianamente a la muerte, no solo porque peleaban contra un enemigo que les quintuplicaba en número, sino porque ya había visto morir a sus padres, hermanos y amigos.

Sólo la típica resistencia del ser humano para encarar sus discapacidades nos ha alejado de estos sucesos que -sin embargo- han marcado tanto nuestras conductas y nuestras relaciones, especialmente con la de los países vecinos. Solo la extraordinaria capacidad de los paraguayos para evadirnos de las responsabilidades, nos impide recordarlos. Y esta misma actitud -tal vez- nos invite a inventar las excusas de siempre: "No se gana nada recordando el pasado"; o... "Esto ha pasado en todos los países y en todas las épocas..."
Para lo primero, debe sencillamente revertirse el cuestionamiento; O expresarlo en los términos con los que las naciones antiguas definen su identidad: "Nuestros antepasados son la prueba de que nosotros existimos".
En cuanto a lo segundo; lamento desilusionar a mis compatriotas: NO HA PASADO NUNCA. Si bien se menta la resistencia y heroísmo de pueblos como Numancia y Zaragoza, o se ha escrito sobre el heroísmo de pueblos que, en determinados momentos, honraron a su patria, NUNCA fue lo que el Paraguay del '70.
En la historia reciente de los pueblos de América, desde las guerras de la independencia, JAMAS se ha dado una prueba de compromiso, de sacrificio, de persistencia, de valor y de heroísmo colectivos, igual a la de los paraguayos en la Guerra de la Triple Alianza. Resistiendo DURANTE CINCO AÑOS, el bloqueo, el hambre, la sed, las enfermedades, y a un enemigo sideralmente superior en número, armamento y pertrechos.
Categóricamente .... ¡NUNCA!.

El argentino Cárcano escribió: "Fuera de este pequeño país no hay mayor inmolación ni heroísmo en la historia humana".
El brasileño Nabuco dejó anotado sobre el "suicidio" de la nación paraguaya: "Es, en su trágica inconciencia, el mas alto ejemplo que ha dejado en la historia, el sentimiento patrio en los tiempos modernos. Es dudoso que haya sido igualado, y circunda con la aureola del martirio el nombre del Paraguay".
¿Qué tienen de particulares estas sentencias habiendo miles parecidas, o aun mas elocuentes? ...y de autores de todo el mundo?. Que Cárcano y Nabuco fueron los autores de la "historia oficial" de dos de los países que nos trajeron la guerra. Y han reconocido, a su pesar, lo que los paraguayos nos empeñamos en proscribir de nuestros pensamientos, de nuestros afectos y de nuestras obligaciones.

Porque es comparada a nuestras obligaciones donde mas duele la guerra. Y porque es inevitable pensar cuan inútiles han sido aquellos sacrificios, verificando que no hemos vuelto a ser el pueblo libre, digno y patriota que fuimos entre 1811 y 1870. Que "inoculados por el odio del vencedor", se diluyeron todos aquellos valores, hecho que obligó a Blas Garay -a días del advenimiento del siglo XX- a restallar aquel latigazo en las disipadas conciencias de la colectividad política de la época: "A pasado de glorias ...presente de ignominia".
Por que ninguno de los gobiernos posteriores hizo nada por reclamar por los desmanes, el genocidio, el saqueo sufridos tras la guerra. O por el obligatorio pago de la inicua deuda impuesta al Paraguay por el Tratado Secreto y que nos prosternara ¡SIEMPRE!, como antaño en la colonia, a los países que "tenían la llave" de nuestro acceso al mundo exterior.

Duele la guerra porque hoy, mas que nunca, proscrito el sentido patriótico de la acción de nuestros gobernantes, hombres de los partidos y representantes del pueblo ante el Congreso Nacional, se sigue olvidando a los que dieron su sangre para que conserváramos -al menos- el privilegio de llamarnos paraguayos.
Seguimos olvidando de contar a los niños de nuestras escuelas lo que pasó en nuestro país. Seguimos sin enaltecer los sitios de nuestro historia y seguimos haciendo trizas los ideales de nuestros mayores.
Pero seguimos -también- sin pedir perdón a los que sufrieron los desvaríos de nuestros gobernantes durante la guerra y en otros acontecimientos posteriores. Seguimos sin recordar, reconocer y enaltecer a los que sufrieron desmanes, injusticias y persecuciones de toda laya porque la desmemoria nos ha hecho insensibles para asumir algún gesto de humanidad.
Seguimos en el cómodo olvido que nos inhibe de asumir las obligaciones que nos impusieron nuestros mayores con su sangre: ¡dignidad y patriotismo!.

Por último y para los ánimos de mis compatriotas, a los que todavía creen ... y esperan, pero están decaídos por el resultado de aquella guerra, en el momento de la entrega de este último Fascículo, quiero recordar para ellos los versos con los que el sacerdote-poeta Marcelino Noutz intentó -a su vez- levantar el espíritu derrotista de los paraguayos de la posguerra:
"..¡DE PIE, VENCIDOS!.... ¡¡SOIS LOS VENCEDORES...!!"

1º de Marzo, 2002.... a 132 años de la hecatombe

Publicado cuando la última entrega de los fascículos sobre ”La guerra de la Triple Alianza”,

Fuente: http://www.jorgerubiani.com.py

Autor: Jorge Rubiani






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